
Escultura de San Valero. Ayuntamiento de Zaragoza
El patrón de Zaragoza pasa por ‘chapa y pintura’: así ha quedado una de las esculturas más emblemáticas de la ciudad
Obra de Pablo Serrano, presentaba imperfecciones por la acción de las palomas, el clima y la polución. También se ha actuado en el Ángel Custodio.
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Las esculturas del Ángel Custodio y San Valero, patrón de Zaragoza, lucirán desde esta próxima semana como nunca tras pasar ‘por chapa y pintura’. Durante un mes, ambas han permanecido ocultas por una buena causa: una limpieza que les va a permitir mostrar su mejor versión.
Según han informado desde el Ayuntamiento, esta actuación sobre las obras realizadas por Pablo Serrano forma parte de la mejora de la escena urbana que se lleva a cabo de forma habitual. Junto a ellas también se ha intervenido en la placa de acero corten que conmemora a los concejales y trabajadores municipales asesinados en el golpe militar de 1936, en las torres de iluminación de la plaza del Pilar y en los pilares que soportan la marquesina que recorre la plaza.
Las esculturas del Ángel Custodio y San Valero se encontraban en un buen estado general, por lo que desde el pasado 9 de mayo un equipo de restauradores profesionales ha realizado una limpieza superficial sin productos agresivos.
Uno de los principales problemas de las esculturas, hechas en bronce fundido y patinado sobre un pedestal de granito, es la acción de las palomas que pueblan la plaza, además de la oxidación de las propias piezas, la polución ambiental y la procedente del tráfico rodado.
La rugosidad del metal había provocado además la acumulación de suciedad en algunas de las superficies. La zona más afectada era la parte inferior de las obras.
El Ángel Custodio, tras la intervención.
Ayuntamiento de Zaragoza
La empresa Antique S.L. Restauración de Arte ha sido la encargada de esta acción, que se inició con el estudio de las esculturas, técnicas de ejecución, factores y productos de alteración y la realización de ensayos de idoneidad y solubilidad.
Después se aplicaron tratamientos diferenciados según el tipo de suciedad, empezando por la procedente del agua de lluvia y siguiendo por la procedente de la contaminación.
Tras ello, se han eliminado los productos de corrosión del bronce con lavados continuados y se han aplicado inhibidores para evitar cambios en el aspecto y mejorar su durabilidad y estabilidad. La actuación ha finalizado con la adecuación cromática en zonas especialmente alteradas, como sucedía en la zona inferior de las esculturas, y la aplicación de un estrato de protección en combinación con productos inhibidores y preservadores del metal.
En el caso de las torres de iluminación y los pilares de la marquesina, el tratamiento se ha centrado especialmente en la eliminación de grafitis y pegatinas, que alteran enormemente la superficie de los metales. De esta manera, los diferentes elementos de la Plaza del Pilar estarán preparados para acoger a ciudadanos y visitantes con su mejor aspecto.
60 años
El próximo día 23, la estatua de San Valero celebrará sus sesenta años observando la plaza del Pilar desde su puesto privilegiado, junto a la puerta principal de la Casa Consistorial.
Unos días más tarde se colocó la del Ángel Custodio, un encargo que el entonces alcalde de Zaragoza, Luis Gómez Laguna, realizó a Pablo Serrano en la fase final de las obras de construcción del nuevo edificio que iba a albergar al Ayuntamiento.
Aunque en un primer momento se pensó en colocar dos tallas de piedra que representaban al Ángel Custodio y San Jorge, finalmente se modificaron los materiales y el patrón de Aragón fue sustituido por la figura de San Valero, patrono de la ciudad.
La elección del Ángel Custodio está relacionada con la puerta de la ciudad que se situaba frente al puente de Piedra, que durante mucho tiempo estuvo coronada por una talla suya. La figura combina la angulosidad del cuerpo con los rasgos dulces del rostro. En sus manos sujeta el cuerpo y el alma de la ciudad de Zaragoza, con un gesto vigilante.
De igual manera, la escultura de San Valero cuenta con un cuerpo rocoso y poco definido, pero con un rostro y unas manos muy expresivas. Estas sujetan un báculo en un gesto que recuerda a la escultura ‘El profeta’ de Pablo Gargallo.