
John E. Hayes es profesor de Ciencias de los Alimentos en la Universidad de Pennsilvania.
El doctor Hayes avisa a España: "Los que echan un pellizco de pimentón a la comida reducen las calorías sin pasar hambre"
Un ensayo de la Universidad de Pensilvania confirma que añadir un poco de especias a nuestra alimentación contribuye a la pérdida de peso.
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Ajustar nuestro consumo de energía con la cantidad de calorías que ingerimos al día es una de las claves para alcanzar el normopeso. Y existen estrategias sencillas para evitar caer en los atracones, pudiendo seguir comiendo los mismos alimentos pero reduciendo la cantidad sin por ello pasar hambre.
Esa es parte de la conclusión de un nuevo estudio llevado a cabo por los científicos del Centro de Evaluación Sensorial de la Universidad Penn State, a cargo de Paige Cunningham y John Hayes. Según sus conclusiones, añadir un poco de picante a los alimentos colaboraría en reducir el consumo de calorías.
El nuevo trabajo, publicado en Food Quality and Preference, examinó como un aumento del "ardor bucal" -el sabor picante que otorgan ingredientes como el pimentón en España o los chiles en América- afectaría finalmente a la cantidad de alimentos consumidos durante una comida. Bastaría un toque ligeramente picante para inducir a un menor consumo de alimentos, y por tanto un menor consumo calórico.
Como explica Paige Cunningham, investigadora postdoctoral del laboratorio de Hayes, "sabemos por estudios previos que cuando las personas comen más despacio, comen mucho menos. Sospechábamos que hacer una comida más picante podría hacer que las personas coman más despacio". Para averiguarlo, plantearon un estudio controlado en laboratorio en el que iban añadiendo pequeñas cantidades incrementales de picante a los platos que probaban los participantes.
Así pues, los investigadores descubrieron que aumentar ligeramente el sabor picante de las comidas, en este caso usando pimentón (paprika), logró que las personas comieran de forma más lenta y acabasen reduciendo la cantidad de alimentos y energía consumidos en una comida, pero sin afectar negativamente a la palatabilidad del plato.
Como explica John Hayes, profesor de Ciencias de la Alimentación en la Universidad Penn State, "esto sugiere que añadir pimentón es una posible estrategia para reducir el consumo exceso de energía". El control de las porciones no era el objetivo explícito de este estudio, aclara, pero los resultados sugieren que funciona. "La próxima vez que quieras comer un poco menos, prueba a añadir picante, ya que puede ayudarte a comer menos y a bajar el ritmo".
En total, los investigadores realizaron tres experimentos con un total de 130 adultos a quienes se les sirvieron dos almuerzos diferentes: chile con carne o pollo tikka masala, en versión suave o versión picante. El nivel de picante se controló variando cuidadosamente la proporción de pimentón picante y dulce añadido a los platos para variar el picante manteniendo constante el sabor del chili.
Los investigadores grabaron a los participantes en vídeo de alta definición mientras comían para monitorizar sus hábitos alimenticios. El equipo de Hayes midió la cantidad de comida y agua consumida, la duración de la comida, la velocidad de ingestión (gramos por minuto), la frecuencia y el tamaño de los bocados. Se recopilaron calificaciones sobre el apetito, el gusto y el picante antes y después de la comida.
Según los hallazgos del estudio, la reducción de la ingesta se debería a cambios en los hábitos de procesamiento oral. Un ritmo de alimentación más lento daría lugar a un aumento del tiempo en el cual la comida permanece en la boca, aumentando así la sensación de saciedad y reduciendo el consumo alimentario. Otros estudios previos ya habrían demostrado resultados similares, ralentizando el ritmo de la alimentación mediante la manipulación de la textura de los alimentos.
Según Hayes, el gusto de los participantes por la comida no se vio afectado, ni tampoco el nivel de ingesta de agua sufrió modificaciones significativas entre las comidas suaves y picantes. De hecho, esto último es importante, porque se suele creer que al consumir comidas más picantes se debería beber más agua, y sería esto lo que daría más saciedad.
Finalmente, Hayes y sus colegas también observaron que las evaluaciones del apetito realizadas antes y después de las comidas fueron similares, lo que sugeriría que los participantes seguían sintiéndose saciados tras la comida picante, a pesar de haber comido menos. Por ello, en el futuro, el equipo de investigadores se centrará en comprender cómo la acidez bucal puede afectar a otros hábitos alimentarios, como es el consumo de snacks.