Si hay algo complicado en el Estado de las Autonomías es la financiación territorial. Aunque todas las Comunidades Autónomas están dotadas de sus propios sistemas fiscales, todas se nutren de fondos estatales, y todas necesitan recurrir al Estado para cubrir sus necesidades, salvo las forales de Euskadi y Navarra a través del cupo.
Eso hace que cualquier sistema de reparto de fondos sea inestable. Ningún gobierno autonómico estuvo, ni está, ni estará satisfecho con lo que recibe del común del Estado.
Siempre habrá un sentimiento subjetivo de injusticias comparativas con el reparto de unos fondos que siempre son y serán limitados.
Todos quieren estirar la bolsa a su favor. Pero la bolsa tiene una elasticidad limitada. Da para lo que da. De hecho, abrir ese melón es un problema político. Todas las Autonomías encontrarán argumentos para pedir más y quejarse de la situación actual.
Una situación que procede desde el inicio de la democracia, cuya última regulación fue en 2009, pero que, desde entonces, ha tenido parches derivados de las crisis económicas del 2008 y 2019. Por ejemplo, el FLA (Fondo de Liquidez Autonómico) de 2012.
El presidente Sánchez se ha comprometido a crear un nuevo sistema para Cataluña (singular le llaman)
Por si fuera poco, el presidente Sánchez se ha comprometido a crear un nuevo sistema para Cataluña (singular le llaman).
Un compromiso que ha levantado suspicacias en todas las demás autonomías de régimen fiscal común, por la sospecha de que la suficiencia financiera de la Generalitat se haría a costa de la de los demás gobiernos autonómicos.
Es un asunto tan complicado que parece que el Gobierno Sánchez no lo había puesto en el orden del día de la próxima conferencia de presidentes autonómicos del 6 de junio.
Creía que era un asunto capaz de descarrilar la reunión.
Por el contrario, los presidentes autonómicos del PP pidieron incluirlo, como también la migración o el apagón autonómico.
El problema de la financiación autonómica es irresoluble técnicamente hablando
Todos temas polémicos en los que el Gobierno puede dejarse jirones. Amenazaban con abandonar la conferencia si no estaban en el orden del día.
Al final se ha incluido, pero en un formato de discusión limitado. El mismo viernes veremos en qué acaba la discusión.
Si a eso le añadimos el reparto de los fondos europeos y las inversiones de los presupuestos generales del Estado, la situación se complica. En realidad, el problema de la financiación autonómica es irresoluble técnicamente hablando.
Irresoluble porque lo que habría que comparar son personas, no hectáreas. Lo importante es cuánto recibe cada ciudadano para que cada gobierno le asista con las competencias que tiene que atender.
Para el año 2022, Fedea hizo unos cálculos para calcular la financiación total por ciudadano en cada una de las autonomías y luego las comparó con la media de todas.
Lejos de soluciones técnicas, se trata de un problema político, lo que augura que no tiene solución estable
De ese estudio se deduce, por ejemplo, que Cataluña recibía del Estado fondos por residente por encima de la media, mientras Madrid está por debajo; Murcia es la más desfavorecida; Cantabria la mejor tratada.
No se han calculado estas cifras para 2024. Pero da la impresión de que esas diferencias se mantienen o, incluso, han crecido.
En consecuencia, si las reclamaciones fueran por financiación a cada persona, el discurso sería muy distinto al actual, que se basa en la superficie de cada autonomía o en el imaginario de los pueblos o la “naciones-nacionalidades” que habitan un territorio.
Algunos expertos indican que aún sería más exacto si se midiese no sólo lo que recibe cada ciudadano de cada comunidad, sino la “capacidad de compra” de lo que recibe, en función del “coste de la vida” de cada territorio donde reside.
Pero esa sería una cifra muy discutible, porque dentro de cada comunidad ese coste de vida varía, en particular desde la ciudad a los pueblos, y dentro de cada ciudad los diferentes barrios.
También sería cuestionable porque algunos servicios públicos que financian las autonomías son equiparables, como lo es la sanidad.
La conclusión es que se mire por donde se mire, en el problema de la financiación autonómica se está lejos de poder llegar a un consenso. Lejos de soluciones técnicas, se trata de un problema político, lo que augura que no tiene solución estable.
Habría que pensar en otro tipo de estructura: ¿Administración única? ¿Federalismo fiscal? ¿Cupos generalizados? ... ¡Menudo melón para abrir!
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.