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Justo cuando la economía mundial parecía estar estabilizándose tras la pandemia de finales de 2019 y la invasión rusa de Ucrania en 2022, la reimplementación de los aranceles estadounidenses ha introducido una mayor inestabilidad y está obstaculizando las actividades económicas en todo el mundo.
De nada sirve que el presidente de los Estados Unidos haya retrasado durante 90 días la aplicación de los aranceles: el eco del cambio operado en la economía mundial resuena a través de las cadenas de suministro globales, que se han visto obligadas a replantearse sus fundamentos.
Entre los complejos desafíos que el comercio global necesita sortear para prosperar durante este tiempo incierto figura la inestabilidad en los precios.
De hecho, algunas industrias experimentaron aumentos de hasta el 25% en sus precios de importación casi de la noche a la mañana.
Y su respuesta, en muchos casos, fue dolorosa: no les quedó otro remedio que absorber los costes y recortar sus márgenes de beneficio o pasarlos a los consumidores, arriesgándose a perder cuota de mercado y ventaja competitiva.
Asimismo, en su intento por esquivar las barreras arancelarias, las empresas comenzaron a buscar frenéticamente proveedores o mercados alternativos.
Un estudio realizado por Kearney señala que el 78% de los ejecutivos de empresas manufactureras consideran seriamente cambiar sus puntos de producción debido a las tensiones comerciales, y algunos lo han hecho ya.
Los aranceles han afectado también a la previsión de la demanda y a la planificación del inventario dentro de la cadena de suministro global
Esta reubicación forzada significa la renegociación de contratos, la construcción de nuevas redes logísticas y, a menudo, el restablecimiento del control de calidad.
Los aranceles han afectado también a la previsión de la demanda y a la planificación del inventario dentro de la cadena de suministro global, lo que ha llevado a las empresas, incapaces de predecir con precisión las ventas, a pausar o cancelar pedidos; prescindir del modelo “just in time”, optando por la acumulación de existencias para evitar la escasez, y renegociar las condiciones con sus proveedores.
En definitiva, todo ello se resume en un aumento de los costes de inventario.
Otra de las tendencias que se están observando en las cadenas de suministro, como reacción a la errática política arancelaria de la Administración Trump, es la conocida como “Friendshoring”.
Se trata de una estrategia por la que una nación prioriza las relaciones comerciales y de fabricación con países que considera aliados geopolíticos y económicos.
Es decir, sus "amigos". Ni que decir tiene que esta fórmula reduce la circulación de la innovación a nivel global, recorta las actividades de compra y supone un retraso en el desarrollo de proyectos de expansión cruciales.
Ante este panorama, las empresas que participan en las cadenas de suministro y tienen una exposición al dólar estadounidense tendrán que afrontar a partir de ahora mayores primas de riesgo, además de adoptar proactivamente una mayor agilidad en la búsqueda de alternativas de suministro.
Como consecuencia de los aranceles impulsados por la Administración Trump, muchas empresas se han visto obligadas a rediseñar sus cadenas de suministro
Ello, seguramente, llevará a estas empresas a reducir su dependencia de proveedores únicos y les obligará a explorar mercados alternativos, adoptando una estrategia de abastecimiento multirregional.
En definitiva, como consecuencia de los aranceles impulsados por la Administración Trump, muchas empresas se han visto obligadas a rediseñar sus cadenas de suministro y adaptarse a un entorno comercial más volátil.
En este nuevo escenario, es fundamental que las compañías refuercen su gestión financiera y operativa mediante prácticas como el control proactivo del riesgo cambiario, la optimización del inventario con apoyo tecnológico, el fortalecimiento de las relaciones con proveedores —incluyendo el uso de monedas locales en los pagos— y el diseño de planes de contingencia frente a escenarios imprevistos.
Qué duda cabe que el futuro de la cadena de suministro global aún presenta incertidumbres, pero también es cierto que, ante este complicado panorama, las empresas que apuesten por la resiliencia, la diversificación y la planificación estratégica estarán mejor posicionadas para afrontar nuevas disrupciones y aprovechar las oportunidades que surjan en el proceso de recalibración del comercio internacional.
*** Luis Merino es director general de Ebury en España.