Lina y su comadre, fundidas en un abrazo.

Lina y su comadre, fundidas en un abrazo.

Benalmádena

El 'alma gemela' de Lina, la última asesinada por su pareja en Málaga: "Éramos uña y carne, era buenísima"

Inma asegura que el presunto asesino de Lina quería imponerle la manera de entender las relaciones en algunos puntos de África. "Quería tener varias mujeres", dice.

Más información: Así era Lina, la mujer asesinada por su pareja en Benalmádena frente a sus hijos: "Era una buscavidas y una gran madre"

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Inma y Lina se conocieron hace casi dos décadas, cuando comenzaron a ser vecinas. La primera había llegado al pueblo de Benalmádena con el ánimo de buscar un nuevo hogar, y allí encontró a su alma gemela, una mejor amiga que acabó siendo su "comadre" y "una hermana" con la que no compartía sangre.

Ahora un episodio de violencia machista las ha separado para siempre, ya que el pasado domingo, Lina moría estrangulada y golpeada por su pareja antes de que este incendiara la casa familiar con ella dentro. Todo ello en presencia de sus hijos. “Nos hicimos uña y carne desde el primer día. Era una persona generosa, que nunca te decía que no. Lo que podía hacer por ti, lo hacía, aún no me lo creo”, recuerda entre lágrimas. 

Eran las 5.25 horas del domingo, 9 de febrero. Las llamas de una vivienda ardiendo en la calle Álamos de la localidad malagueña eran visibles desde diferentes puntos de Benalmádena. Son varios los vecinos que alertan a la Agencia de Emergencias 112 de Andalucía del incendio que devora el número 27 de la citada vía. De inmediato, se trasladaron al lugar agentes de la Policía Local, Bomberos y una ambulancia del 061 ante la posibilidad de que haya algún herido.

Los primeros en llegar son los policías municipales, quienes comprueban que en la puerta de la vivienda se encuentran un padre junto a tres pequeños de siete, nueve y once años. Gracias al relato de este último, los efectivos descubren que no acudían a una intervención por incendio en un domicilio, sino por algo aún más trágico: un caso de violencia de género.

Catalina Guillén, más conocida por todos como Lina, tenía 48 años y era una mujer sencilla y alegre. Así la recuerda su 'hermana' Inma, que ha compartido con ella sus mejores y peores momentos. Ambas se arroparon en cada uno de sus partos --las dos tienen cuatro hijos-- e incluso se convirtieron en comadres tras los bautizos de estos. Lina, en concreto, bautizó a la tercera hija de Inma.

"Siempre con una sonrisa, con una palabra amable para todos. Si tenía poco, daba la todo lo que tenía. Nunca se quejaba de nada, aunque tuviera razones de sobra para hacerlo”, lamenta Inma, quien también relata lo tradicional que era Lina: "era creyente, creía en lo que haya ahí arriba, pero lo importante es que tenía los pies en la tierra. Encontraba la alegría en sus hijos, en las quedadas en la plaza del pueblo... No le hacía falta mucho más", prosigue.

Era trabajadora como la que más. Trabajaba limpiando, cuidando a mayores, era monitora en un colegio. No tenía coche, pero se movía en autobús o andando a todas partes, por lo que tampoco viajaba mucho. Su lema era que siempre para adelante, siempre con una actitud positiva”, cuenta su amiga.

En los últimos tiempos, Lina había logrado ahorrar y se permitió pequeños caprichos para sus pequeños. “Me decía: 'Comadre, yo ahora tengo un poquito de dinerito y me lo voy a gastar en mis hijos, en sus juguetes, en ir al Burger King. Quiero verles disfrutar'. Y yo la veía feliz con eso, pero no ha podido ser, nos la han quitado”.

Amaba las tradiciones, disfrutaba de cada una de las fiestas de su querida Benalmádena, sobre todo las relacionadas con la religión. En concreto, estaba muy vinculada a la Iglesia y era hermana de la Hermandad Sacramental del Nazareno de Benalmádena, corporación que ha dado el pésame a la familia. "También le encantaba todo lo clásico, a mí me encantaba como le ponía a los niños dibujitos como Heidi, de toda la vida", recuerda con cariño Inma.

La sombra de su marido oscurecía esa felicidad. Al principio, todo iba bien, según relata Inma: parecían una familia feliz. Hace más de una década que se conocieron y se casaron y tuvieron hijos tres hijos. El cuarto de Lina es de una relación anterior. Pero de un tiempo hasta parte, su presunto asesino cambió. Según explica Inma, la mayor confidente de Lina, empezó a gastarse todo en el casino, a ser agresivo y, en definitiva, a imponerle una cultura que no era la suya. "Quiso tener varias mujeres, como en su país de origen, y Lina se negó. Le imponía que aceptara a otra mujer, que fueran amigas, que tuvieran hijos juntas. Y Lina le decía: 'Soy española, te casaste conmigo, no soy africana. No me puedes obligar'”, relata Inma. Pero él la sometió a una presión insoportable. "La hizo una sumisa total", lamenta.

En los últimos años, Lina trataba de pasar cada vez más tiempo fuera de casa. Se refugiaba en sus niños, en su trabajo, en la plaza del pueblo, en cualquier sitio donde no estuviera él. En enero, lo denunció por violencia de género, pero la jueza no le concedió la orden de alejamiento  en base a la valoración de riesgo recogido en en el fichero Viogen, considerando que el caso revestía un riesgo medio. "Aquel dia tengo entendido que él quería mirarle el móvil. Ella se negó. Le dijo que ya tenía una novia, que ella se sentía como si estuvieran divorciados. Fue a pegarle, pero no llegó, solo le levantó la mano". Apenas tres semanas después, Lina murió a manos de su agresor.

“Aguantó hasta el último día con una sonrisa. Convirtía el dolor en amor, la tristeza en fuerza. Pero ya no podía más. Quiso salir y no la dejaron”, dice Inma, la amiga que Lina nunca abandonó. "Si le hubieran dado esa orden de alejamiento, ese bombín de la puerta se hubiera cambiado", lamenta, recordando que Lina volvió a dejar entrar a casa a su agresor porque así se lo rogó su hijo, de once años. "Le tenía la cabeza comida, manipulaba como quería incluso a ese niño. Me alegra saber que finalmente él contara a la Policía que había sido su padre quien había matado a su madre", relata Inma.

El niño les contó a los agentes, y a su abuela, que residía en el piso de arriba, que su padre había matado a su madre para luego quemar el domicilio familiar donde todos convivían. Palabras que contrastaron cuando pudieron sofocar las llamas y localizaban el cuerpo de Lina en el interior de la vivienda.

"En el pasado hubo episodios violentos hacia la madre de Lina y su hijo mayor. Este hombre no soportaba que él fuera de otra relación, por eso el niño se fue a vivir con su abuela, ha crecido con el cariño de ella", declara Inma, consciente de que a su comadre le gustaría que contara todo lo que ha sufrido a lo largo de su vida.

Las primeras hipótesis apuntan a que pudo morir asfixiada y que el padre de sus hijos trató de quemar la vivienda para ocultar pruebas. Se encontraron elementos inflamables en la casa una vez apagado el fuego. También parece que la golpeó con un puño americano. El mayor de los niños también presentaba heridas. Se baraja la posibilidad de que ellos trataran de defenderla.

Ahora, los que se quedan aquí son los niños, una familia destrozada y una amiga  con la ausencia de una 'hermana' clavada en el pecho, así como el recuerdo de una mujer buena, valiente y generosa que lo dio todo por los suyos hasta el último día. Mientras tanto, su presunto asesino está en prisión desde el pasado 11 de febrero. 

El Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Málaga acordó ese día su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Se le investiga por un delito de asesinato en el ámbito de la violencia de género, delitos de maltrato a todos los hijos, daños e incendio.

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