Regina Polanco, la gurú del textil que quiere vestirnos con fibras de algas y plátano: “Hablar de esto no es sexy, pero todo va a cambiar”
Una millennial con vocación de alquimista verde: así es la mujer al frente de Pyratex, la empresa que busca ‘jubilar’ los tejidos sintéticos de la industria de la moda.

Antes de hablar, los bebés aprenden a tocar. El tacto es su primer idioma: piel, mantas, el roce de un babero que calma o irrita. Tal vez por eso la historia de la humanidad también pueda contarse con hilos. Del lino egipcio a la licra de los ochenta, cada época ha tejido su presente y su vanidad con los materiales que ha tenido a mano —como el algodón, el plástico, el petróleo… este último mejor mencionarlo con la cabeza gacha—.
En el despacho de Regina Polanco (Viena, 1991) se mezclan las muestras de tejidos hechos con algas del Atlántico Norte, las flores Kapok y los residuos de plátano con los sonajeros de su hija de seis semanas. Emprender una revolución textil y ser madre de dos niñas no parecen cosas incompatibles para esta mente inquieta que, a los 22 años, decidió desafiar a la industria de la moda.
Ahora, a sus 33, lidera una de las empresas más punteras del mercado eco y trabaja con firmas que se imponen tanto en la pasarela como en el streetwear. El goteo de nombres incluye a Adolfo Domínguez, Zara o Camper. Al definir su negocio, Regina prefiere hablar de “responsabilidad” más que de “sostenibilidad”, porque, asegura, “esta palabra se ha diluido mucho”. La frase cae como si nada.

Lo dice ella, que trabaja para que el sector sea mucho más que un gigante que aprieta la cintura y asfixia el planeta. Polanco no es influencer, ni una emprendedora al uso. Es la fundadora de Pyratex, empresa que nace en 2014 —un año después del colapso del Rana Plaza— con la misión de sustituir los tejidos sintéticos por opciones naturales y más responsables.
Su visión evoca las proverbiales reivindicaciones de Vivienne Westwood o Stella McCartney. Una impartía cátedra con aquella frase de “Compra menos, elige bien y hazlo durar”. La otra defiende la moda verde en presente, con una marca que lleva 20 años sin utilizar pieles y un fondo de inversiones de 200 millones de dólares para impulsar el desarrollo de soluciones sostenibles.
Regina no viene de familia de zapateros ni es vástaga de uno de los fab four. Hija de diplomáticos, sus pinitos suenan más bien a fábula moderna con tintes de Silicon Valley: una estudiante de Derecho que termina en Berlín incubando una startup textil gracias a una beca esponsorizada por Adidas y Deutsche Telekom.


Total look de Adolfo Domínguez y pulsera dinh van
En sus palabras se intuye la huella de una infancia nómada que marcó su visión de la moda. “Soy de Madrid, pero nací en Viena, he vivido en Marruecos y también en Mauritania. En África podíamos llegar a los 55 ºC, así que el textil tenía un rol vital. Cómo te vestías definía tu día a día. Fue donde comprendí el poder funcional de la ropa”, explica.
Esta rara avis del mundo empresarial confiesa sin pestañear que su éxito es, en realidad, algo accidentado. “Me metí en esto por desconocimiento, y porque era muy joven”, recuerda. Lo que vino después no es casualidad, sino una coreografía de laboratorios, ferias, reuniones industriales y, también, muchas negativas.
“Al principio, iba a las fábricas para ver cómo lograr que lo que hacíamos a un pequeño nivel fuera escalable e industrializable. Nos decían que no funcionaría, que las máquinas no eran compatibles con nuestros materiales. Pero yo lo hice igual, tal vez porque a esa edad piensas que todo es posible”, reflexiona sobre esa ingenuidad a la que debe todo lo que tiene hoy.
“Me metí en esto por desconocimiento, y decían que no funcionaría. Yo lo hice igual”- Regina Polanco

Impulsados por su salto comercial en 2018, han desarrollado más de 150 tejidos. La mayoría proceden de residuos agrícolas, otros de fibras casi olvidadas por el mercado global. El tejido de alga, uno de sus favoritos, “tiene propiedades antioxidantes, y es perfecto para ropa interior, infantil, ropa de primera capa, porque es muy suave, muy gozoso”, asegura.
Por las máquinas de Pyratex también pasan las fibras de ortiga —que antaño se usaban mucho, y llegaron a tener un papel protagonista en la Primera Guerra Mundial—, los cítricos, e incluso el algodón de Las Cabezas de San Juan, en Sevilla: “Identificamos que se cultivaba algodón en España, pero no se transformaba. Lo hicimos nosotros. Lo vendemos a marcas europeas y lo llamamos Soleá”, como el palo flamenco.


Pantalón Kiabi, camiseta Pedro del Hierro, chaqueta Mirto, sandalias Adolfo Domínguez y joyas dinh van
Dice que el 70% de los proyectos que emprende Pyratex se queda por el camino. No es un porcentaje que pase desapercibido. ¿Cómo decide qué materiales vale la pena investigar?
Siempre buscamos que tengan un bajo impacto medioambiental. Por ejemplo, uno de los requisitos es que la transformación en fibra textil no implique un consumo elevado de agua, que sea fácil, porque, si hay que pasar por varios procesos químicos a fin de que los materiales sean aptos para el uso, entonces no valen la pena.
Habla la voz de la experiencia, ¿qué es más fácil, acceder a marcas emergentes o llamar a la puerta de grandes firmas?
Creo que es igual de complicado, porque ambas tienen sus retos. Las emergentes tienen libertad creativa pero menos recursos. Hemos visto a muchas que han abierto y cerrado desde que empezamos, pero otras que también han crecido con nosotros y han ido desarrollándose, con casos de éxito muy interesantes. Hay de todo.
La cuestión con las grandes compañías es que tienen más estructura pero también más barreras. En la alta costura, el amor a primera vista hacia el producto importa mucho. Para nosotros, lo importante es conectar con las personas dentro de las empresas que quieren generar un cambio. Esa es la clave.


Y si no quieren, si todo es fachada —recordemos aquellos informes de la Comisión Europea y la fundación Changing Markets que revelaban que más del 50% de las afirmaciones de sostenibilidad realizadas por las grandes marcas de moda eran engañosas o infundadas—, ¿qué ocurre? ¿Han llegado a rechazar algún proyecto por no alinearse con sus valores?
Quizá suene algo polémico, pero no, porque creo que dentro de todas las organizaciones hay personas que realmente quieren mejorar sus materiales. Nosotros somos muy inclusivos y nunca pensamos, por ejemplo, que una marca de fast fashion pueda afear nuestra imagen. Trabajamos con todo tipo de marcas.
Como proveedores, en ocasiones sí que echamos en falta ese sentido de colaboración, de apoyo y de fidelidad hacia el proveedor, de ponerse en la piel de quien suministra. Por eso, ha habido proyectos o colecciones con marcas concretas que hemos decidido dejar, porque pensamos que no vale la pena seguir adelante. La industria debería darle más valor al intermediario si quiere cambiar.
Los productos ‘amables’ con el planeta se están colando con fuerza en la lista de prioridades de cada vez más consumidores a la hora de abrir la cartera. En el textil, ¿la gente es consciente de que estos tejidos existen? ¿Los buscan cuando van al centro comercial?
Aún no, no del todo. Las marcas de lujo tienden a no comunicar sobre sus proveedores, porque, no nos engañemos, hablar de la cadena de valor no es sexy. Aunque eso va a empezar cambiar; muchas ya nos reconocen.
La clave ahora está en adaptar el mensaje al consumidor. Nuestro sueño es que, un día, una persona vaya a una tienda, vea la etiqueta de Pyratex y eso influya en su decisión de compra, como ocurre con Gore-Tex, que cualquiera la identifica.



Total look Adolfo Domínguez
La sostenibilidad está muy feminizada en la comunicación; basta con hacer un repaso de los grandes referentes en España para darse cuenta. ¿Pasa lo mismo en el mundo empresarial?
Bueno, están todas esas estadísticas que te dicen que las mujeres tendemos a crear negocios más duraderos en el tiempo. No sé si ahí somos más visionarias, menos cortoplacistas. Es verdad que introducir la sostenibilidad como centro de un negocio a corto plazo tiene muchos retos y dificultades. A lo mejor los hombres tienden a complicarse menos.
Creo que aquí hay un elemento clave. Cuando te presentas a una marca como proveedor, tienes que llegar a quienes toman las decisiones, que muchas veces siguen siendo hombres. Ellos suelen ser muy prácticos: si ven que se puede lograr algo con la introducción de nuevos materiales, después son muy directos y ejecutan.
Las mujeres tienen mucha sensibilidad también. Por eso vemos que muchas emprendedoras que buscan diferenciarse tienen esa empatía hacia lo que quiere el consumidor y comprenden rápidamente que la sostenibilidad es fundamental.
“Las marcas de lujo creen que hablar de proveedores no es sexy, pero eso va a cambiar”- Regina Polanco
En la empresa de Regina trabajan más de 25 personas. Se hablan 10 idiomas. Y en el día a día de su CEO se mezclan los tiempos de entrega con la crianza —dice que ser madre ha cambiado radicalmente su concepción del liderazgo— y los desfiles —por los que han pasado tejidos de la marca de la mano de diseñadores como Johanna Ortiz— con la falta de sueño.
Todos los mortales, especialmente aquellos que se abrazan al éxito, acaban cayendo alguna vez en el ritual de preguntarse qué le dirían a sus yoes pasados: “Al mío de hace diez años le aconsejaría que tenga paciencia. Siempre he sido exigente y a veces me frustro por no avanzar más. Tuve la opción de crecer rápido, con grandes inversiones, pero elegí un camino más orgánico, de cero”.



Loewe lleva varias temporadas trabajando con ellos. Adolfo Domínguez les acompaña desde que eran “muy pequeños”. Ya están produciendo su segunda colección para Pedro del Hierro. Zara SRPLS y Zara Home también incluyen sus fibras en sus propuestas. Sin embargo, son un elefante tímido: crecen sin anuncio ni titular, mimados por Francia y Estados Unidos. Este año, el ranking The Next 35 que elabora PATIO Campus les sitúa terceros en el Top 5 de startups que están llamadas a liderar el futuro de un índice bursátil como el IBEX 35.
“Queremos dejar de ser proveedores de cápsulas. La única forma de reducir el impacto es tener una presencia real en las colecciones. Y crear volumen. Pese a que los precios del textil no han dejado de subir desde 2018, nuestros costes han decrecido por la demanda. Además, cada año producimos más, y eso nos permite hacer economías de escala”, explica.
Actualmente, se estima que el textil genera entre el 8 y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según Naciones Unidas. En Europa, cada persona consume 26 kilos de ropa al año y tira 11. Solo el 1% de las prendas se recicla en nuevas prendas. Con este insostenible —permítase el juego de palabras— telón de fondo, las fibras de Pyratex no se venden como una alternativa, sino como una urgencia.
Donde otros ven tela, Regina divisa un cambio de paradigma: “En cinco años, una prenda tendrá tanta información como la de la etiqueta nutricional del yogur que hay en el súper, para que la gente sepa cuánta agua, energía, CO₂ y plástico consumen”. Su visión de futuro pone deberes a las marcas: “Si quieren sobrevivir, van a tener que adaptarse y plantear sus materiales con mucha más antelación”.
“En cinco años, una prenda tendrá tanta información como la que viene en la etiqueta nutricional”- Regina Polanco

Los últimos minutos de conversación aterrizan en ese tsunami regulatorio al que tanto aluden los expertos al tiempo que Bruselas estrena su Paquete Ómnibus —que pretende agilizar los requisitos de información sobre sostenibilidad— y las compañías se ajustan a lo que dictan las últimas directivas impulsadas por la UE para poner freno al lavado de cara verde y las malas prácticas en la gestión de residuos textiles.
Polanco sigue esta transformación de cerca, pero con cierto
escepticismo.
En sus reflexiones aparece siempre la maternidad, tal vez es por eso que Regina piensa en el futuro más que nunca: “Ha sido la mejor anestesia, te enseña a relativizar. En mis embarazos, cuando algo salía mal, mi equipo decía ‘parece que te da igual’. Y era verdad. Con mis hijas, eso sí, intento no perderme experiencias. Quiero que estén orgullosas de mí, que vean que se puede ser madre y empresaria. Luego ellas decidirán su camino”.
Cuando lo dice, mira hacia los rollos de tejido que ha traído a la entrevista mientras la luz entra vacilante por los ventanales del edificio. Luego sonríe: “¿Sabes? Muchas veces me he preguntado si llegamos demasiado pronto. Pero soy muy consciente de que esto es una carrera de fondo, y que, si haces bien tu trabajo, al final se reconoce. A mí este camino me hace realmente feliz”.
Agradecimientos especiales a IADE Escuela de Diseño.