
La Nabucodonosor de Bodegas Figuero.
Así es la botella de los 100 brindis y un vino para descubrirla
Una bodega familiar burgalesa solo elabora 15 unidades al año de su vino en este formato, la Nabucodonosor, un coloso de 15 litros.
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Hay botellas que se descorchan. Y hay botellas que se recuerdan. En el universo del vino, pocas cosas generan tanto asombro y simbolismo como un Nabucodonosor: un coloso de 15 litros pensado no solo para llenar copas, sino para multiplicar momentos.
En el corazón de la Ribera del Duero, Bodegas Figuero lo ha convertido en una joya vinícola que encierra mucho más que vino: encierra una experiencia.
Un nombre bíblico, un brindis eterno
La historia de este formato empieza a mediados del siglo XIX, cuando se empezó a nombrar los tamaños especiales de botellas con referencias bíblicas.

La Nabucodonosor de Bodegas Figuero en sus viñedos de Ribera de Duero.
El Nabucodonosor —rey de Babilonia, símbolo de grandeza y lujo— da nombre al formato más imponente utilizado en celebraciones: el que puede dar vida a hasta 100 brindis.
Bodegas Figuero, bodega familiar asentada en La Horra (Burgos), ha asumido este símbolo con una mirada única: solo elabora 15 unidades al año de su vino en este formato. Y no se trata de una rareza de mercado, sino de una decisión cuidada, una apuesta por lo emocional.
Cada una de estas botellas se reserva para momentos que merecen ser eternos: un 50 cumpleaños, la inauguración de un restaurante, el lanzamiento de un nuevo proyecto o una celebración familiar inolvidable.
Un vino que pesa y emociona
Descorchar un Nabucodonosor no es un gesto cualquiera. La botella, con sus 70 cm de altura y cerca de 20 kilos llena, exige respeto y preparación.
En Figuero lo saben bien: cuentan con balancines diseñados para facilitar el servicio de estas botellas monumentales. Así se evita el deterioro del vino por movimientos bruscos o variaciones de temperatura, y se mantiene intacta la esencia del contenido.
Pero el servicio es solo el comienzo. Lo que realmente transforma este momento en una ceremonia es el acto colectivo del brindis.
Como explica Felipe Martín, uno de los responsables de la bodega, “el uso más común del Nabucodonosor es en fiestas de 50 cumpleaños, donde los invitados firman la botella, y el anfitrión la conserva como pieza decorativa. Es un detalle muy especial, permite recordar ese día para siempre”.

José María García, de Bodegas Figuero.
El Nabucodonosor de Figuero contiene un vino con alma. Porque esta bodega no es una más. Fundada en 2001 por José María García y Milagros Figuero, es el legado de tres generaciones que han hecho del respeto por la tierra un compromiso inquebrantable.
Con 180 hectáreas de viñedo propio y una filosofía que apuesta por la calidad antes que la cantidad, Figuero se ha convertido en sinónimo de excelencia en la Ribera del Duero.
Sus tres gamas —Vinos de Pueblo, Vinos de Paraje y Vinos de Viñedo Singular— representan distintas lecturas del paisaje, del suelo y del tiempo. El vino que habita en el Nabucodonosor pertenece a esta misma lógica: es el resultado de una viticultura precisa, paciente, familiar.