Lo mejor de los clásicos es el tiempo que los hace brillar como el membrillo en otoño. Hamlet es la descomposición absoluta de un régimen y la corrupción generalizada de una corte que hiede desde la primera escena hasta la última. Macbeth, sin embargo, es el presagio, la línea que avisa de la perfidia, auspiciada por las brujas y su augurio. Es verdad que Lady Macbeth añade una cirrosis de veneno en cuanto sale a escena, que termina por emponzoñarlo todo, atragantando al espectador. Pero ni siquiera la inquietante presencia de Begoña con su máster dando consejos sin haber terminado una carrera universitaria presagia tantas desgracias. No, al menos para Hidalgo y Aldama, no. Lo que más me lleva definitivamente a la atmósfera que ha creado el sanchismo en España es al Hamlet que intuye casi de inicio el estado de descomposición en que se encuentra el reino. "Algo huele a podrido en el reino de Dinamarca", se dice en el primer acto de la tragedia. Y si eso dijo Ábalos hace ahora siete años en la tribuna del Congreso para presentar la moción de censura contra Rajoy por la Gürtel, algo de justicia poética o divina tiene esta procelosa vida que habitamos. Nunca jamás en la historia reciente de España, el nepotismo y la amoralidad habían campado a sus anchas como hasta ahora. Quizá el mayor logro del sanchismo haya sido inocular a la sociedad española el virus del escándalo en vena, para dotarla de anticuerpos naturales al prodigioso estado de putrefacción que nos rodea. Las moscas hacen su aparición como Leyres, Aldamas, Koldos y Jessicas.
Sánchez calla porque sabe que nada hay que decir ante lo que no es más bello que el silencio. Junto al trío del Peugeot, parecieran una banda de asalto de alguna diligencia del lejano Oeste. Y el botín no es el viejo cofre guardado en la caja fuerte del banco, sino los impuestos de los ciudadanos que ahora religiosamente pagamos en la campaña de la renta. Me pareció Page suave y delicado en Albacete el otro día para cómo están las cosas. Debe pensar que cuando se incendia la tramoya, no es conveniente hacer leña del árbol caído. Pero que no olvide que Sánchez permanecerá agarrado como un gato a las cortinas mientras pueda. No se va ni con agua hirviendo, porque sabe además que sólo la permanencia en el puesto evita su procesamiento. De ahí que quiera cambiar las leyes y reglamentos del poder judicial, dando toda la autoridad a la Fiscalía. "¿De quién depende?". De los españoles, Sánchez, de los españoles.
De los españoles depende que esto se perpetúe o no. Y de la derecha, con un Vox que debe ya decidir si pretende consolidar a Pedro en el trono o preparar una alternativa junto al PP. Porque la historia será despiadada con todos. Con quienes lo hicieron, pero también con quienes lo consintieron y coadyuvaron. Pedro echó la cortinilla hace ahora nueve años cuando vio que perdía las elecciones en aquel infausto comité federal del uno de octubre. Cuánto me acuerdo de Vaquero y sus brazos en alto. No sabía él entonces la profecía que anticipaba al pueblo. El hedor es insoportable. Sólo falta saber y comprobar si es que desgraciadamente ya se nos ha metido hasta el tuétano. Empezando por los propios votantes de la izquierda.