Plaza de la Constitución, en Vigo.

Plaza de la Constitución, en Vigo. Shutterstock

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Casco Vello de Vigo: caída y auge de una zona que se sumió en la oscuridad y hoy ve la luz

En los últimos 30 años, la zona vieja ha pasado de ser un lugar peligroso, fuente de conflictos y drogas a recuperar progresivamente la vida gracias a la hostelería, el comercio y los nuevos vecinos

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La madrugada del Martes de Entroido del 15 de febrero de 1994 se convirtió en una de las más sangrientas de la historia reciente de Vigo. Dos fallecidos y dos heridos marcaron el devenir del Casco Vello a partir de aquella trágica fecha. Un joven de 21 años fue acuchillado y otro de 33 recibió varios disparos en la cabeza; otros dos fueron agredidos con cuatro y seis puñaladas, aunque sobrevivieron.

Para muchos, aquella fue la voz de alarma para ir, progresivamente, abandonando aquella zona conocida como "Vinos", especialmente de noche, y comenzar a trasladar la fiesta a la zona de Churruca, que hasta ese momento no podía competir con la zona vieja. 

Este sentir lo refleja Juan Quintela, tercera generación de propietarios de la tienda El Arca de Noé, situada en la conexión de la calle Triunfo con la plaza de la Colegiata. Para él, aquello marcaría un punto de inflexión de una zona que, desde los años 80, se había convertido en un lugar hostil, peligroso y marcado por las drogas. 

"El barrio estaba habitado además por gente muy mayor y las casas se fueron quedando vacías porque la propia gente de Vigo no venía a la zona vieja: para qué voy a venir si aquí todo son drogas y problemas", resume. Hoy, en cambio, lo señala como el mejor lugar de la ciudad para poner en marcha un negocio.

Plaza de la Colegiata.

Plaza de la Colegiata. Shutterstock / Uvamen

Eduardo Chao, como ejemplo del cambio

Como vecino del barrio, que fue donde creció, Roberto, de la Tapería Paparota, atiende a Treintayseis mientras coloca la terraza de su local, en la calle Eduardo Chao. "En esta calle estaba toda la droga", asegura mientras señala O Lar do Viño, a pocos metros de su local, como uno de los que más sufrió en la época. "Yo vivía en los soportales de abajo, en el Berbés", explica, y añade que "no volverá a ser tan bonito" como lo fue en su infancia, con la piedra como protagonista, pero reconoce que hoy es un lugar seguro para crecer y vivir. 

Aunque con la regeneración del barrio, que comenzó hace ya cerca de 15 años, el precio de la vivienda se ha puesto "imposible", aunque es un indicador común en casi toda la ciudad, especialmente en la zona centro. Él vive sobre el local del Paparota, e insiste en que es un piso muy pequeño, y que por 600 o 700 euros sólo puedes aspirar a eso o a un estudio.

Precisamente, Eduardo Chao es una de esas zonas que hoy pueden presumir de haber dejado atrás aquellos años oscuros; locales como el propio Lar do Viño, el Corbatas, el Burla Negra o el Ferry's congregan a multitud de personas actualmente en las noches de fin de semana. Además, un edificio como la sede de la Diputación de Pontevedra en Vigo le ha dado también ese tránsito constante de trabajadores y habituales de la zona que acuden diariamente a su puesto.

La amenaza para su identidad

Berbés.

Berbés. Shutterstock / Jaime Romero-Requejo

En el Casco Vello vive, desde hace 40 años, Itos Domínguez. Propietaria del Plaff y expresidenta de los Hosteleros de la zona durante 25 años, recuerda que cuando llegó al barrio "era un horror, mucha prostitución, mucha droga, estaba abandonado de la mano de dios". El cambio se fue dando con la rehabilitación de los edificios que se ha ido haciendo paulatinamente en los últimos años.

En este caso, Itos destaca la figura del Consorcio Casco Vello como elemento imprescindible para el renacer de la zona, gracias a la rehabilitación y ocupación con nuevos vecinos de los edificios que antes estaban deshabitados. "Cuando empezaron a hacer la rehabilitación, empezó a venir más hostelería y se consideró que el barrio estaba en una zona de los mejores de Vigo, al lado del puerto y del mar, y empezaron a abrir también tiendas de ropa", enumera Itos.

Una de las nuevas amenazas, destaca, son los alquileres turísticos, que le roban identidad al barrio. "Conozco a un montón de gente joven que se quiere venir para el barrio, que sería una maravilla hacer barrio, y hay gente que está a la cola para poder alquilar un piso. El problema es que hay unos cuantos pisos de Airbnb, que es la peste de toda España. Yo sé de algunos pisos que están libres y en vez de alquilarlos dicen, no, para Airbnb. Los pongo a parir, claro", sentencia.

Pasarela entre A Laxe y el Casco Vello.

Pasarela entre A Laxe y el Casco Vello. Shutterstock / Uvamen

El actual presidente de la Asociación de Comercio y Hostelería Casco Vello, Juanjo Figueroa, recuerda que hace 15 años que abrió Lume de Carozo, y que cuando llegaron a ver el local que actualmente alberga el restaurante, se enamoraron de él, pero dudaron si era la zona adecuada, porque el barrio era "durísimo". 

"Era más desolador que peligroso, pero es cierto que daba cierto 'rollo' pasear por el barrio en aquella época", matiza Juanjo, que celebra la suerte que tuvieron porque abrieron el Lume de Carozo justo en el momento en el que el Casco Vello comenzó a repuntar. "Empezaron a abrir más bares y eso nos hizo tener más fuerza y empezar a cambiar la forma de entender el barrio", incide. "Ahora mismo, es un punto de encuentro, todo el mundo baja al Casco Vello; además hay una gran oferta también de tiendas, y son estos negocios y los bares los que también han hecho cambiar el barrio", reconoce Juanjo.

La apertura del Centro Comercial A Laxe en 2008 y la pasarela que conectó con el Casco Vello facilitó el acceso a la zona. La rehabilitación del barrio conllevó que, poco a poco, los focos de droga y prostitución se fuesen desplazando hacia el Casco Vello de Arriba y progresivamente fueran desapareciendo según se avanzaba en la remodelación del barrio y la llegada de proyectos como el Barrio del Cura.

Precisamente, esta zona bajo el Paseo de Alfonso, fue la elegida por el programa Callejeros de Cuatro, también en 2008, para presentar la parte vieja de Vigo como un lugar desolador donde la droga campaba a sus anchas. Aquellas imágenes se han vuelto en un vestigio de lo que fue una zona de la ciudad que, con el paso de los años, ha recuperado la luz y la vida que debe respirar el centro de una ciudad.