La playa de Altafulla.

La playa de Altafulla. iStock

Actualidad gastronómica

El pueblo de Tarragona donde comer muy bien por menos de 20€: a una hora de Barcelona y con playas de aguas cristalinas

Un tesoro de la Costa Dorada con opciones gastronómicas con buena relación calidad-precio.

Más información: En estos restaurantes de Tarragona se come muy bien.

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Depresión Sonora decretó el fin del verano en 2020. "Este año ya no hay verano, ya no hay diversión, van a prohibir bajar al parque", cantaba el grupo madrileño liderado por Marcos Crespo. Pero es 2025 y aquí seguimos, batiendo récords históricos de calor.

Si el verano termina será por achicharramiento masivo; mientras tanto, los españoles siguen queriendo viajar y aprovechar sus días libres, ya sea para huir de las altas temperaturas o para tostarse al sol y desconectar de todo.

Un destino recomendado para estas fechas es el pueblo de Altafulla, considerado uno de los más bonitos de Tarragona. A una hora o menos de Barcelona, esta localidad no sólo ofrece un paisaje paradisíaco, sino también una oferta gastronómica muy sugerente.

Su cocina gira en torno al mar y la huerta. Restaurantes como Voramar son célebres por su arroz a la marinera y pescados de roca, mientras Gaudim (recomendado por la Guía Michelin) reinventa platos tradicionales con técnicas vanguardistas.

No menos relevante es El Buffet d'Altafulla, el más antiguo de Cataluña, donde la carne a la brasa y los guisos contundentes atraen a comensales desde 1974. Para los amantes del dulce, los postres de almendra y miel, herederos de la repostería morisca, son imprescindibles.

Granja Sant Francesc, 60 años de platos caseros 

Un restaurante clásico en Altafulla es Granja Sant Francesc, inaugurado en 1962. Es famoso por su pollastre a l'ast (la gente hace colas para probarlo), sus croquetas y sus canelones, todo 100% casero.

El pollastre a l'ast de Granja Sant Francesc.

El pollastre a l'ast de Granja Sant Francesc. Granja Sant Francesc

Con un ticket medio de entre 10 y 20 euros, el local ha sido reconocido por la Guía Repsol con uno de sus soletes y, además del pollo, recomienda pedir el conejo con setas, la lengua de ternera o el xató (una ensalada típica con frutos secos, ajo y ñora como protagonistas).

Qué ver en Altafulla

1. Playas

Las playas del pueblo son uno de sus principales reclamos turísticos. La playa urbana, galardonada con la Bandera Azul, se extiende un kilómetro frente al Barrio Marítimo, donde antiguas barracas de pescadores blancas contrastan con el azul del Mediterráneo.

A escasos minutos en coche hacia el sur, la playa de Tamarit ofrece un entorno más natural, enmarcado por el Castillo de Tamarit y una franja de pinares que aporta sombra y un agradable frescor en verano.

Y aún más hacia el sur está la playa de Canyadell, que también ofrece un entorno salvaje rodeado de pinos y acantilados. Las tres son ideales para deportes acuáticos y paseos al atardecer, con chiringuitos que sirven pescado fresco y arroces típicos.

2. Patrimonio histórico y cultural

El casco urbano de Altafulla conserva vestigios de su pasado medieval que se reflejan en la Vila Closa, donde se ubica la Parròquia Sant Martí Altafulla, un templo barroco construido a principios del siglo XVIII y remozado tras los desperfectos de la Guerra de la Independencia.

El Castillo de Tamarit, a pocos minutos de la playa de Altafulla.

El Castillo de Tamarit, a pocos minutos de la playa de Altafulla. iStock

Muy cerca, el Castell de Tamarit exhibe una fachada señorial sobre un acantilado, con estancias convertidas en salones para bodas y eventos culturales, mientras que sus almenas se asoman al mar para ofrecer panorámicas inolvidables.

En contraste, la Vila Romana dels Munts rescata el esplendor de la Hispania Tardorromana gracias a sus mosaicos y termas, permitiendo al visitante pasear entre columnas y jardines de una antigua domus.

3. Senderismo

El Camí de Ronda de Altafulla recorre a lo largo del litoral senderos acondicionados que permiten adentrarse en calas escondidas y observar la riqueza de la flora y fauna costeras.

Este tramo ofrece un itinerario apto para toda la familia, con tramos de poca pendiente y varias áreas de descanso donde contemplar el Mediterráneo desde miradores naturales.

Durante el recorrido es habitual avistar garzas, martinets y pequeñas poblaciones de galápagos que habitan en las aguas sedimentarias del Gaià.

El trazado culmina junto al Castillo de Tamarit, permitiendo enlazar el entorno protegido con el patrimonio monumental. Para los aficionados al senderismo y la fotografía de paisaje, este camino se erige como un referente en la Costa Dorada.