
Una de las calles del pueblo.
El pueblo medieval de Teruel rodeado de piscinas naturales donde comer un buen ternasco de Aragón en un antiguo molino
Un paraje ideal para desconectar y disfrutar de la gastronomía turolense.
Más información: El restaurante de Aragón que gana una estrella Michelin en un pueblo de 38 habitantes y un menú de 38€, el más barato.
Con el calor y la llegada del verano, no todo son playas y destinos de costa. Hacia el interior de la península encontramos rincones tranquilos y agradables para disfrutar de unas vacaciones diferentes.
Es el caso de Beceite, una villa de origen medieval enclavada en el corazón de la comarca del Matarraña que combina un rico patrimonio histórico con un entorno natural de tesoros acuáticos y montañosos.
Sus murallas medievales, puentes centenarios y ermitas renacentistas muestran la importancia estratégica que tuvo este enclave al este de la provincia de Teruel.

Qué ver en Beceite
Una buena idea para comenzar a recorrer Beceite es acudir a su Oficina de Turismo, situada en el corazón de la villa, donde los visitantes pueden informarse sobre rutas, horarios y patrimonio local.
En este centro, equipado con acceso para personas con movilidad reducida y con amplios folletos de senderismo, se planifican los itinerarios que atraviesan las murallas y portales medievales construidos entre los siglos XII y XV.
A pocos pasos, los cinco portales (Porta de Villanueva, Porta de la Morera, Porta del Palau, Porta de Sant Cristòfol y Porta de Baix) narran una historia de defensa y organización urbana que se ha mantenido casi intacta hasta nuestros días.

Vistas panorámicas de Beceite.
Por su parte, la iglesia parroquial de San Bartolomé, con su portada barroca y capilla románica del siglo XII, es otro de los hitos que no debe faltar en la primera visita.
La panorámica del casco urbano muestra callejuelas empedradas que descienden hasta el cauce del río Matarraña, donde se ubica el puente construido por los templarios en el siglo XII.
Esta pasarela de piedra no solo facilitó el comercio y la comunicación con el resto de la comarca, sino que se ha convertido en uno de los símbolos más fotografiados de Beceite.
Cruzar este puente ofrece vistas panorámicas de las hoces del río Matarraña y de los bosques de ribera, donde chopos, álamos y sauces dibujan un entorno digno de ser preservado.
Senderos acuáticos: El Parrizal y La Pesquera
Adentrándose en los Puertos de Beceite, El Parrizal se presenta como un cañón esculpido por el río Matarraña, con paredones de hasta 60 metros de altura y estrechamientos de apenas metro y medio de ancho.
El sendero discurre por el mismo lecho fluvial y salvado por pasarelas metálicas, permitiendo al caminante disfrutar de piscinas naturales y formaciones kársticas dignas de una postal del Pirineo.

Río junto a Beceite.
A pocos kilómetros al norte, las Pozas de La Pesquera, excavadas por el río Ulldemó, ofrecen un oasis de aguas turquesas de temperatura moderada, ideales para un baño en familia.
Estas pozas se conectan a través de una ruta accesible, jalonada de miradores informativos sobre la flora y fauna local, desde truchas y bermejuelas hasta especies vegetales propias de los bosques mediterráneos.
Pantano de Pena y deportes náuticos
Construido en 1930, el Pantano de Pena detiene las aguas del río Pena en un foz natural, generando un embalse de 129 hectáreas destinado principalmente a usos agrícolas.
No obstante, su superficie también es aprovechada por empresas de turismo para alquilar kayaks y tablas de paddle surf, brindando a los visitantes la oportunidad de deslizarse entre chopos y pinos junto a antiguas ruinas de molinos papeleros.
La Fábrica de Solfa: cocina identitaria junto al río
En un antiguo molino papelero rehabilitado junto al cauce del Matarraña surge La Fábrica de Solfa, un restaurante y hotel que ha redescubierto la judía blanca autóctona fesol de Beceite y la ha convertido en una de las protagonistas de su propuesta culinaria.
Esta casa familiar, galardonada con un Sol Repsol, ofrece un menú degustación de 45 euros basado en productos de temporada con opción a maridaje por 35 euros.

Una de las mesas del hotel-restaurante.
También disponen de platos a la carta, como el jamón de Teruel D.O.P. a cuchillo, pescados como la merluza al horno en su propio jugo con espinacas de su huerto o carnes como el Ternasco de Aragón I.G.P. con romero y patatas panadera.
Su filosofía de slow travel invita a comer sin prisas, observando el fluir del río desde el comedor acristalado y disfrutando de la artesanía local con su vajilla.